La sinceridad de los desconocidos

Lo bueno de conocer gente nueva es que les puedes contar anécdotas sin ver alguna cara que diga “ya está otra vez con lo mismo”, pero es que hoy he recordado una de las cosas más divertidas que me han pasado y bueno, lo iba a poner en la sección de chistes, pero no lo es, sucedió tal y como paso a contaros… Cuando nació mi hijo recibí las visitas pertinentes, todos mis familiares y amigos repetían sin cesar lo bien que me veían, “oye, es que vamos, increíble, no parece que hayas estado embarazada, que recuperación más rápida, de verdad, que maravilla, estás estupenda, bla bla bla.” Supongo que pensarían que necesitaba escuchar eso, y bueno, casi llegué a creérmelo… Si no fuera porque por la noche no podía dormir, mi hijo recién nacido estaba en los nidos de la clínica Rotger y decidí dar un paseíto a ver si podía verle… En el rellano de la quinta planta había un hombre fumando, se le notaba nervioso, su mujer estaba a punto de dar a luz, le pregunté si era el primero, tembloroso me dijo que sí, le deseé suerte y acto seguido me dijo “a usted también le falta ya poquito eh?”… Si no fuera porque mi estado de ánimo me impedía deprimirme, posiblemente me habría echado a llorar allí mismo, pero opté por sentarme en las escaleras y partirme de risa mientras la enfermera se preguntaba si me había escapado de la planta de psiquiatría.